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jueves, agosto 28, 2008

ASI LO VIO LA NACION


La chapa, refulgente, ya llevaba su nombre grabado pese a que faltaba un único formalismo. La esencia de un campeón reconocido se paseaba por la Bombonera mucho antes del desquite con Arsenal, por potencia y jerarquía. Pero nunca es conveniente adelantarse. Si no que lo diga Boca, el flamante campeón, que pasó cierta zozobra pese a que se sentía con las coordenadas precisas hacia el dorado trofeo. Se puso en ventaja, al rival le expulsaron dos jugadores, estaba cómodo, pero no... Los xeneizes no se apartaron de algunos sobresaltos, aunque, al final, lo que cuenta es la vuelta olímpica. El empate de Riquelme en el epílogo no fue más que la guinda de un postre cuya última tajada no podía ser una agria caída. De ninguna forma.

De la alegría a la desazón, y otra vez a la alegría. El halagüeño comienzo en el Apertura se trastocó con la seria lesión de Palermo, pero ahora el título en la Recopa Sudamericana puede convertirse en el viento sobre las espaldas que esperaban el plantel y el entrenador Carlos Ischia, que alzó su primera copa en el club de la Ribera, en el sustento ideal para su proyecto.

El trofeo parecía adjudicado para Boca con el 3 a 1 que logró en el primer partido. Si alguna mínima posibilidad le quedaba reservada a Arsenal, ésta pareció diluirse ni bien comenzado el partido. Cuán afilados habrán estado los xeneizes que los papeles se intercambiaron para la apertura: por la derecha, tras un pase de Palacio, Viatri, el hombre de área, el reemplazante de Palermo, asistió al mismo Palacio, que improvisó una certera volea dentro del área. Apenas iban seis minutos.

Antes de eso, no todo estuvo en calma para Boca. Arsenal empezó el partido con furia. De entrada, nomás, intentó llevarse por delante a los locales. En uno de ellos, desde una buena posición, Carrera remató con violencia y Caranta debió esforzarse. Fueron dos minutos de vorágine, en los que el conjunto de Sarandí pareció jugado, decidido.

Hasta que Boca sacó las identificaciones que acreditaron su experiencia en las cuestiones internacionales. Bastó con el aplomo de Battaglia, el más destacado, el motor, para que el desarrollo se encarrilase casi únicamente hacia el arco de Campestrini. Riquelme jugó a su ritmo. Palacio mostró el peligro de siempre y Viatri insinuó otra vez buenas cualidades técnicas. ¿Arsenal? Por ahí... perdido, sin espíritu ni guía dentro del campo, más allá de algún intento individual de Alejandro Gómez. La liviandad ofensiva fue nítida, frustrante.

Boca pudo haber estirado la diferencia con un remate de Ibarra que pegó en el palo, luego de una habilitación de Riquelme. Después, tras otro pase del N° 10, Palacio no pudo gambetear a Campestrini, que no lo sacó la vista a la pelota y que se quedó con ella.

De a ratos, el encuentro se insinuó como un entrenamiento de mediano rigor, con toques cortos, rotación y sin exigirse al límite. Arsenal buscó achicar la diferencia sin demasiado sustento, pero igual descontó con una aparición de Carrera por la derecha, beneficiado por las dudas de Caranta, que salió demasiado lejos del arco. Continuaron algunos momentos en los que el equipo de Sarandí aprovechó el impulso. La expulsión de Báez por una violenta patada a Riquelme, no desanimó a Arsenal, que tomó más fuerza con el anticipo de cabeza de Matos. Hubo temor, incredulidad en La Boca, pese que el vencedor desperdició varias situaciones.

Otra expulsión en Arsenal, en este caso la de Cristian Díaz, sentenció el asunto. Riquelme, con un tiro libre que rebotó en Campestrini, puso el 2 a 2, en una justa sentencia. Boca encendió la mecha: ya tenía preparada la salva de cañones.

1 comentario:

Esteban dL dijo...

buenas... = muy buen papel cumplieron pese a no ganar la copa!
saludos desde:
http://d-coleccion.blogspot.com/

ARSENAL CAMPEON DE LA SUDAMERICANA 2007